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¿Cuántos residuos generamos?

Generación de residuos en Chile

Hace apenas 23 años, todos los residuos generados a nivel país acababan en vertederos no autorizados. La situación ha cambiado en la actualidad (ANCHAM, 2012), pero aún parte de ellos continúa terminando en rellenos sanitarios, tanto  legales como ilegales, siendo un desafío importante la valorización de los residuos generados.

Los catastros específicos recientes sobre residuos municipales enfocados en la población son limitados, datando el último de 2014. De esta forma, se sabe que en 2014 se generaron 45,3 millones de toneladas de residuos por las declaraciones de los municipios, industrias y plantas de tratamiento de aguas servidas (PTAS), aún así, esta información sólo consideró el 50% del total nacional según el Ministerio del Medio Ambiente MMA (2016: 329) ya que en dicho año comenzó la declaración de residuos en concordancia con los requerimientos de la ley. Destaca aquí el hecho de que no hay información suficiente en torno a la cantidad y al tipo de residuos generados; una sistematización de este tipo de catastros permitiría llevar a cabo mejores políticas considerando las necesidades y especificidad por comuna y región.

Como se puede ver en la infografía adjunta, al descomponer la cifra anterior, es decir, los 45,3 millones de toneladas, se obtuvo que alrededor de 4,9 millones de toneladas (10,8%) corresponden a residuos sólidos municipales, 39,5 millones de toneladas (87,2%) a residuos  industriales no peligrosos, 440 mil toneladas (0,9%) a residuos  peligrosos y 492 mil toneladas (1,1%) a lodos de PTAS.

En cuanto a los residuos de tipo peligroso y no peligroso, es posible dar cuenta que el sector Explotación de Minas y Canteras concentra el 38,9% de la generación de los residuos peligrosos (MMA, 2016: 346), mientras que el sector Industria Manufacturera concentra el 58,7% de la generación de los residuos industriales no peligrosos (MMA, 2016: 341). Además del total de residuos industriales no peligrosos, casi un 61% corresponde a la clasificación de residuos sólidos municipales, es decir que se asimilan a los residuos sólidos domiciliarios (MMA, 2016: 340).

Según el Banco Mundial (2012: 16), la composición de los residuos sólidos municipales (RSM) puede diferenciarse en orgánica e inorgánica; así, de modo general, se clasifica en: orgánico, papel, plástico, vidrio, metal y otros, lo cual puede ser redefinido, pero resulta una clasificación suficiente para planificar sobre RSM. En cada una de estas categorías es posible encontrar diversas fuentes que los generan, algunas de ellas son:

  • Orgánico: Restos de comida, desechos de jardín (hojas, hierba, maleza), madera, residuos de proceso (materiales que quedan después de que el cultivo se procesa en un recurso utilizable, por ejemplo: cáscaras, semillas, bagazo, melaza y raíces).
  • Papel: Restos de papel, cartón, periódicos, revistas, bolsas, cajas, papel de regalo, guías telefónicas, papel picado, vasos de papel para bebidas. Estrictamente hablando, el papel es orgánico, pero a menos que esté contaminado con residuos de comida, el papel no se clasifica como orgánico.
  • Plástico: Botellas, envases, envases, bolsas, tapas, tazas.
  • Vidrio: Botellas, cristalería rota, ampolletas o focos, vidrio de color.
  • Metal: Latas, papel de aluminio, latas, aerosoles (en latas) no peligrosos, productos electrodomésticos (línea blanca), rejas, bicicletas.
  • Otros: textiles, cuero, caucho, multi-laminados, desechos electrónicos, aparatos y dispositivos, ceniza, otros materiales inertes.

En esta línea, el 94,4% de los residuos municipales van directamente a destino final, es decir, a  rellenos sanitarios o vertederos y sólo el 5,6% de los RSM son valorizados, es decir, son reutilizados, recuperados y reciclados. De estos, los principales productos encontrados son: papeles y cartones, con una participación del 61%, residuos biodegradables de cocinas y restaurantes con el 15%, plásticos con un 5%, vidrio con un 14%, madera con un 3% y en la categoría otros un 2%[i] (MMA, 2016: 337), clasificación similar a la definida por el Banco Mundial.

Resulta interesante que la composición de los residuos puede estar influenciada por factores varios, tales como el nivel de desarrollo económico, las normas culturales, la ubicación geográfica, los recursos energéticos y el clima; de hecho, a medida que un país se urbaniza y las poblaciones se vuelven más ricas, el consumo de materiales inorgánicos (como plásticos, papel y aluminio) aumenta, mientras que la fracción orgánica relativa disminuye. En general, los países de bajos y medianos ingresos tienen un alto porcentaje de materia orgánica en el flujo de residuos urbanos, que oscila entre el 40 y el 85% del total (Banco Mundial, 2012: 17).

 

Es importante destacar que al potenciarse una mayor conciencia ambiental en el país respecto al gran problema que los residuos generan al no ser valorizados, se han llevado a cabo diversas modificaciones al marco regulatorio que han permitido actualizar la ley para dar paso a una legislación que regule y se adapte al contexto de hoy, haciéndose cargo de las enormes cantidades de residuos producidas. Una de estas leyes, es la Ley de Fomento al Reciclaje del 2016 que forma parte de la Ley 20.920, correspondiendo a un instrumento económico de gestión de residuos que obliga a los fabricantes de ciertos productos, a organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de sus productos, enfocándose en la prevención y la valorización de los residuos. De esta forma, todos los productores o importadores de “productos prioritarios” (aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías, pilas, envases y embalajes, y neumáticos) deben hacerse cargo de los bienes, una vez que terminan su vida útil. Es decir, estos productos “inservibles” deben volver a las industrias donde fueron fabricados, o a las bodegas donde comenzó su distribución. Para esto, la ley establece metas de recolección y valorización diferenciadas por producto (Ministerio de Medio Ambiente, 2015).

Por otra parte, según estudios realizados por el Ministerio de Medio Ambiente (s.r), en Chile se recicla cerca de un 5% de los neumáticos, un 50% de los aceites y lubricantes, un 7% de las baterías, un 17% de los equipos de informática y un 80% de los papeles y cartones y  menos del 2% de grandes y pequeños electrodomésticos, cifras que buscan aumentarse con la Ley de Fomento al Reciclaje y también otras medidas.

Para un efectivo funcionamiento de todo el sistema, también es importante que los consumidores separen sus residuos a la hora de desecharlos, facilitando el trabajo de municipios y recicladores. Por otro lado, es necesario mencionar que los residuos electrónicos deben depositarse correctamente pues si acaban en basurales y rellenos impactan de manera negativa en el suelo, el agua y el medio ambiente.

Una mención especial ocupan los desechos electrónicos o basura electrónica, ya  que estos contienen metales pesados y componentes tóxicos, los que si no son eliminados debidamente provocan grandes perjuicios tanto a corto como largo plazo a los seres humanos, a la flora y fauna y el medio ambiente en general. Algunos de ellos son: aluminio, berilio, plomo, cadmio, litio, mercurio y níquel. Si bien en su mayoría estos provienen de la actividad industrial, agrícola, el transporte, sectores como la construcción, la minería o la fundición, también son producidos a nivel doméstico, es decir, en el hogar. Dentro de la categoría de desechos electrónicos encontramos: teléfonos celulares, computadoras, monitores (pantallas) y televisores, baterías, entre otros.

Para muchos expertos, los basurales o rellenos sanitarios que abundan en la región latinoamericana se transforman en miles de dólares tirados, paradójicamente, a la basura ya que si es separada en origen, alrededor del 90% podría ser reconvertido en combustible o reciclado. Cuando no, solo el 30% puede destinarse a otros usos (FAO, 2013). Esta situación refleja también el escenario nacional, sin embargo, se vislumbran cambios positivos: a nivel social ya que se observa una mayor conciencia ambiental y a nivel regulatorio porque las leyes van abarcando mayor especificidad en torno a la generación de residuos contribuyendo incluso a una mejor economía y un medioambiente más sano.

Te invitamos a que te acerques a tu municipio y averigües dónde puedes depositar cada tipo de residuos, esta sencilla acción te ayuda a ti y a todos. Si bien parece pequeña, en el fondo tiene un gran impacto a la hora de sumar cada una de estas pequeñas acciones contribuyendo a un Chile y un planeta más limpio para ti, tu familia y las generaciones venideras.

 

[i] la cual corresponde a la suma de residuos que no superan las 500 toneladas al año como: ropa, tejidos, metales, aceites y grasas comestibles, equipos electrónicos desechados y baterías que no contienen componentes peligrosos (MMA, 2016: 337).

 

 

Bibliografía

 

AMCHAM Chile. (2012). Gestión de Residuos en Chile. Disponible en: https://www.amchamchile.cl/2012/07/gestion-de-residuos-en-chile/

Banco Mundial. (2012). Chapter 5 Waste Composition. En What a waste. A global review of solid waste management. Pp. 16 – 21. Disponible en: http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/TOPICS/EXTURBANDEVELOPMENT/0,,contentMDK:23172887~pagePK:210058~piPK:210062~theSitePK:337178,00.html

FAO. (2013). No aprovechar la basura en América Latina, un desperdicio. Disponible en: http://www.fao.org/in-action/agronoticias/detail/es/c/513249/

Ministerio de Medio Ambiente. (2015). Comisión de Medio Ambiente del Senado aprueba Ley de Fomento al Reciclaje. Disponible en: http://portal.mma.gob.cl/comision-de-medio-ambiente-del-senado-aprueba-ley-de-fomento-al-reciclaje/

Ministerio del Medio Ambiente. (2016). Informe del Estado del Medio Ambiente 2016. Disponible en: http://sinia.mma.gob.cl/wp-content/uploads/2017/08/IEMA2016.pdf

Ministerio de Medio Ambiente. (s.r). Ley de fomento al Reciclaje. Disponible en: http://portal.mma.gob.cl/residuos/ley-de-fomento-al-reciclaje/

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